quinta-feira, 3 de outubro de 2024

El silencio que hiere: la omisión y el desmentido en casos de abusos psicológicos y sexuales

 La cuestión del abuso sexual es un tema delicado y muy complejo que involucra no solo a las víctimas, sino también a la sociedad en general. Muchas veces, cuando una víctima se manifiesta, ya sea de forma directa o indirecta, encuentra barreras que van más allá del dolor vivido. Entre estas barreras, destaca la omisión, el encubrimiento y el silenciamiento por parte de personas cercanas, que puede analizarse a la luz del concepto de "desmentido" propuesto por el psicoanalista Sándor Ferenczi. Este fenómeno no solo perpetúa el dolor de la víctima, sino que también la revictimiza, creando un ciclo de sufrimiento que puede ser difícil de romper.

El concepto de desmentido

Ferenczi introdujo el concepto de "desmentido" para describir una dinámica en la que la realidad del abuso es negada, minimizada o ignorada. Esto ocurre no solo por parte del agresor, sino también por aquellos que están alrededor de la víctima. Cuando alguien silencia u omite una situación de abuso, la realidad del sufrimiento de la víctima es invalidada. Esta negación puede manifestarse de varias formas, desde comentarios que minimizan la gravedad de lo ocurrido hasta la negativa a escuchar a la víctima.

Este desmentido crea un ambiente en el que la víctima se siente sola y desamparada, como si su sufrimiento no fuera legítimo. El mensaje implícito es que hablar sobre el abuso es inaceptable, llevando a la víctima a sentirse culpable o avergonzada por su experiencia. Ferenczi argumentaba que esta dinámica no solo impide el intento de sanación de la víctima, sino que también perpetúa el ciclo de abuso, al normalizar el silencio en torno al tema.

Sándor Ferenczi aportó complejas contribuciones sobre los tres tiempos del trauma, que nos ayudan a entender cómo las experiencias traumáticas afectan al individuo a lo largo del tiempo y por qué a veces las víctimas tardan mucho en denunciar o hablar sobre ello en la comunidad e incluso en los procesos terapéuticos:

1.Tiempo del trauma (o tiempo de la ocurrencia): Este es el momento en que el evento traumático sucede. Ferenczi enfatiza que este tiempo se caracteriza por una experiencia de shock y desamparo. La persona que vive el trauma puede sentirse paralizada, impotente y desprotegida, lo que puede llevar a una disociación o a una incapacidad de procesar la experiencia en ese momento.

 2.Tiempo de la repetición (o tiempo del testimonio): Tras el evento traumático, la persona puede revivir el trauma de varias formas. Esto puede manifestarse a través de flashbacks, pesadillas o comportamientos repetitivos que recrean la situación traumática en un intento de encontrar nuevas maneras de superar lo vivido. Ferenczi creía que esta repetición era una forma de intentar comunicar, elaborar e integrar la experiencia, aunque a menudo esto ocurra de manera disfuncional y dolorosa.

3.Tiempo de la elaboración (o tiempo de la curación): Este tiempo se refiere al proceso por el cual la persona trabaja en dirección a la comprensión e integración del trauma. A través de la terapia y del apoyo emocional, el individuo puede comenzar a narrar su experiencia, recontextualizando lo que sucedió y, así, conduciéndose a la decisión de intentar interrumpir el ciclo de repetición del abuso. Ferenczi destacó la importancia de la relación terapéutica y de la empatía en el proceso de elaboración del trauma, defendiendo también que el reconocimiento y la validación de la experiencia de la víctima por parte del terapeuta, la comunidad o la familia eran fundamentales para este proceso.

La revictimización

El fenómeno de la revictimización se refiere al proceso por el cual una víctima de abuso sexual y psicológico es nuevamente traumatizada, no solo por la experiencia original, sino también por la manera en que es tratada al buscar apoyo. Cuando personas cercanas se omiten o silencian a la víctima, no solo refuerzan el dolor original, sino que también crean nuevas capas de trauma. La revictimización puede ocurrir en varios contextos, incluyendo el familiar, escolar, institucional/social, donde la víctima se enfrenta a la falta de entendimiento y apoyo.

Un ejemplo claro de revictimización es la forma en que muchas víctimas son tratadas en entornos judiciales, eclesiásticos o incluso terapéuticos. La falta de empatía y comprensión puede hacer que la víctima sienta que su dolor es desconsiderado, llevando a un aumento de la ansiedad, depresión y otras consecuencias psicopatológicas.

El papel de la sociedad y de cada uno que está leyendo este texto

La sociedad desempeña un papel crucial en el cambio de este escenario alarmante. Es fundamental promover una cultura de escucha activa y validación de las experiencias de las víctimas, ya que esto puede transformar la forma en que se perciben y se abordan los abusos. Esto implica no solo educar a las personas sobre los efectos devastadores del abuso, sino también resaltar la importancia de brindar apoyo a aquellos que tienen el coraje de manifestarse. El desmentido de las experiencias de las víctimas no solo aumenta su sufrimiento, sino que también contribuye a un ambiente donde el abuso puede continuar sin ser cuestionado. Por lo tanto, es esencial combatir este desmentido a través de la concienciación pública y la promoción de espacios seguros y acogedores donde las víctimas puedan compartir sus historias sin miedo a ser juzgadas o silenciadas.

Cabe a todos nosotros preguntarnos si estamos contribuyendo a una cultura de revictimización o a una de reconciliación genuina. Es crucial reflexionar sobre nuestras propias actitudes y acciones. ¿Nuestro silencio está al servicio de la víctima, apoyando su lucha y su voz, o está sirviendo a los intereses de sus verdugos? Esta reflexión es un primer paso importante hacia la creación de un entorno más justo y solidario.

Además, es fundamental que las instituciones, que desempeñan un papel central en nuestras comunidades, como escuelas, comunidades religiosas, empresas y organismos públicos, implementen políticas que no solo fomenten la revisión continua de sus prácticas, sino que también promuevan la denuncia y el apoyo a las víctimas. La revictimización puede ser mitigada a través de prácticas que prioricen el bienestar de la víctima, ofreciendo un entorno acogedor, respetuoso y libre de juicios. Esto no solo beneficia a las víctimas, sino que también fortalece a la comunidad en su conjunto, creando una cultura de respeto y apoyo mutuo.

Para concluir, planteo otra pregunta que invita a la reflexión: ¿Las personas que se omiten o hacen la vista gorda a ciertos hechos estarían identificándose, aunque sea de manera inconsciente, con alguna de las posiciones en la dinámica entre el abusador, como cómplice, o abusado, silenciado tal cual una victima?¿Es posible que, de forma intencionada o no, los revictimizadores tengan dificultades para verse inmersos en las dinámicas del desmentido de Ferenczi? Analizar nuestras propias conductas y la forma en que respondemos a estas situaciones nos ayuda a entender cómo operan estas dinámicas y la necesidad urgente de romper con ellas.

Al promover una cultura de escucha y reconocimiento, no solo podemos apoyar a las víctimas, sino que también podemos trabajar juntos para construir un futuro donde el abuso no sea tolerado ni silenciado. Este futuro debe ser enfrentado con inteligencia, coraje y solidaridad, donde cada voz cuenta y cada historia es validada.

Si tienes una denuncia que hacer, ¡sabes que aún estás a tiempo! Es crucial que busques instancias adecuadas y seguras para ello, y que te rodees de personas y recursos que te apoyen en este proceso. La valentía de alzar la voz puede ser un catalizador para el cambio, no solo para ti, sino para muchas otras personas que quizás sienten que no tienen un lugar donde ser escuchadas. Juntos, podemos contribuir a un cambio significativo en nuestra sociedad.

Camila es educadora, psicóloga, psicoanalista, esposa y madre de familia.

ctalvim@gmail.com

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